LA REQUISA DE LOS MALETINES.
Estuvieron
atentos toda la
semana y los
porteros se pusieron atentos, pero
un día
tras otro paso sin
novedad.El martes siguiente
lo siguieron de
nuevo y la cita se
repitió con igual ritual.Ese encuentro
era extraño y
tenia visos de
ser clandestino y, ¿por que no ilegal? El
capitán envió a dos de sus hombres
a vigilar al bicho y
si era posible a requisar
los maletines. Eran padre e hijo que se encontraban, como un ritual todos los marte de 6 a 6:30 p.m. en aquella banca de parque.
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